Edtech: La Educación pasa del siglo XIX al XXI sin Escalas

La educación es uno de los sectores tecnológicamente rezagados. La economía de creadores y la inteligencia artificial lo están impulsando a gran velocidad.

Hace poco Carlos Blanco (@CarlosBlanco), el fundador del fondo español Encomenda Smart Capital, dijo que las empresas de tecnología dedicadas al sector educativo (edtech), eran unas de sus favoritas.

Específicamente, lo que dijo es que hay seis sectores en los que ve mayores oportunidades de crecimiento y por lo tanto también de inversión: real estate, salud (healthtech), finanzas (fintech), gastronomía y software para empresas.

¿Por qué es tan optimista con respecto a estos sectores?

Porque considera que son “cosas que hacemos mucho”, pero donde no ha llegado aún la digitalización, al menos no todo lo que es posible.

Son, por decirlo de alguna manera, sectores rezagados digitalmente.

Como criterio de inversión es muy adecuado, porque lo que hace es identificar algo que tenemos la certeza que se seguirá ampliando y generando aumentos de productividad (y ganancias), con los sectores donde aún no se ha utilizado intensamente.

Es lógico que la digitalización siga incrementándose en estos negocios, la apuesta no es riesgosa, aunque sea rentable.

Sin embargo, aún dentro de ese grupo de seis sectores la educación cuenta con algunas ventajas. Por ejemplo, si la comparamos con las empresas de salud, tiene un entorno regulatorio no tan estricto.

Por otro lado, y más importante, su crecimiento está influenciado por dos tendencias tecnológicas y económicas muy importantes.

De las universidades a los creadores individuales

La primera tendencia es económica: es la economía de los creadores.

Esto es simplemente el auge que existe por los proveedores de contenido y servicios que actúan por cuenta propia, aprovechando todo el ecosistema de plataformas y marketplaces que se ha ido desarrollando en los últimos años.

Solemos asociar esta tendencia a los streamers de Youtube o a los influencers en Instagram, pero esto es tan amplio que incluye artistas, escritores, diseñadores y también, por supuesto, educadores.

Ese título (“educadores”), no debe hacernos pensar que estamos hablando de profesores entrenados profesionalmente. Se trata de personas que tienen algún conocimiento específico que otras personas están interesadas en adquirir.

La definición es tan amplia que incluye a casi cualquiera que tenga la intención de comenzar la actividad, aunque sea como un ingreso paralelo o secundario.

En cualquier caso, sea que vendamos un ebook autoeditado en Amazon, un curso en Udemy o tengamos una membresía en Gumroad, estamos participando de ese mercado, nos consideremos “educadores” o no.

La educación está sufriendo una transformación profunda, no sólo por las metodologías y plataformas que podemos usar, sino porque se está atomizando, desintegrando en muchos pequeños oferentes de los más diversos saberes, por lo general prácticos.

Estas personas están reemplazando, en cierta medida, a la educación más tradicional, reglada y generalmente impartida por instituciones más o menos grandes.

El enorme peso que tuvieron en la segunda mitad de los 2010 los cursos abiertos brindados por instituciones educativas (fueron la primera etapa de los llamados MOOC), está dejando paso a una participación creciente de material educativo creado por individuos.

Las startups y el capital de riesgo no podían ser ajenos a esta tendencia.

Así estamos viendo la aparición de empresas como Maven, creada por ex fundadores de Udemy y de AltMBA, dos startups “consagradas” en el espacio edtech.

Maven está recaudando millones para ser el marketplace de referencia en educación en el mundo.

Mighty Networks y Nas Academy, por su parte, obtuvieron 50M y 11M de dólares respectivamente, en su caso para ayudar a los creadores a desarrollar sus propios cursos.

El año de la Inteligencia Artificial

La segunda tendencia es tecnológica: el uso de la inteligencia artificial.

Según Angel List, este es llamado “el año del reconocimiento de lenguaje”, por las crecientes aplicaciones de la tecnología de inteligencia artificial y otras orientadas a esa función.

BoldVoice, por ejemplo, utiliza la AI para orientar las lecciones que necesita recibir una persona para mejorar su aprendizaje del idioma inglés. Está en la incubadora Y Combinator y acaba de recibir 605K dólares.

Sanas.ai es un caso diferente y quizás se pueda objetar si es edtech o no, aunque es un caso brillante. Su producto no te traduce a otro idioma, como otras aplicaciones, sino a otro acento.

Utiliza un algoritmo de machine learning para que una persona pueda hablar en su dispositivo en su acento original (digamos indio, chino o español) y casi en tiempo real su voz sea reproducida con acento americano o británico.

Por injusto y antipático que sea que se juzgue a una persona por su acento, es obvio que para la industria de los contact centers (que suelen utilizar personal de atención al cliente que no son hablantes nativos de inglés), esto soluciona un problema enorme.

En línea con esa utilidad, la compañía acaba de recibir 5,5M para desarrollar su producto y llevarlo a la siguiente etapa.

Amira Learning (que recibió 11M recientemente) y Simbi (460K) sí son dos casos más simpáticos.

La primera tiene un “asistente de lectura inteligente” que es una app que lee junto con los estudiantes y va corrigiendo sus errores en tiempo real.

La segunda es una plataforma de alfabetización y acaba de asociarse con la ONU para ofrecer servicios educativos a refugiados, prometiendo enseñar lectura fluida en 3 meses.

Un tsunami de inversiones

Los números de las inversiones que recibieron las empresas de edtech en conjunto confirman el interés y el futuro que le ven los inversores en todo el mundo.

Globalmente en 2020 se invirtieron 13,300M de dólares en empresas de edtech, superando ampliamente el anterior pico de 2018. Solamente en EEUU se invirtieron en ellas un récord de 2.200M.

Más del 60% de la inversión global ha ido a empresas chinas, lo que habla de la importancia de este mercado, junto con India, en el sector educativo.

Sin embargo, el mundo hispano también está teniendo un desarrollo importante.

Al ser el español uno de los idiomas más hablados en el mundo, los desarrolladores tienen inmediatamente acceso a un mercado considerable con sus contenidos aún sin tener que crear en inglés.

2020 fue sin dudas un año de impulso para la educación online, a partir de las restricciones que pusieron los confinamientos en todo el mundo.

Se podría decir que las inversiones y el crecimiento que estamos viendo este año obedecen en parte a que se está cosechando lo que se sembró el año pasado. Creció la demanda exponencialmente y las empresas salieron a satisfacerla.

Lingokids es una de esas empresas españolas que tuvo un impulso importante el año pasado y que acaba de recibir 33M de euros para su plataforma de enseñanza de inglés para niños.

Odilo es otra empresa hispana que con su modelo “a la Netflix” (contenido digital como servicio), aprovechó el impulso del 2020 para expandirse internacionalmente.

En el fondo no es tan sorprendente toda esta movida.

Si el trabajo se ha transformado tanto en los últimos años, y especialmente post pandemia, con la explosión del trabajo remoto (lo que significa también basado en resultados, asincrónico e independiente de la localización), era lógico y natural que pasara algo muy parecido con la educación.

Ambos cambios vienen desarrollándose hace muchos años pero alcanzaron “warp speed” el año pasado.

Back to the basics

Finalmente, muchas de las tecnologías y modelos de aprendizaje que están en pleno desarrollo parecen ser un quiebre con respecto al modelo tradicional de educación.

Ese modelo es un sistema muy estandarizado y rígido que se originó en la Revolución Industrial y para dar respuesta a sus necesidades y las de la sociedad de esa época.

La transición que estamos viendo parece llevarnos al modelo anterior, más relacionado con el sistema de mentores, una educación más personal y cercana.

De ahí el vínculo y el auge de la economía de creadores, de los educadores individuales más que las grandes instituciones.

El modelo antiguo, pre Revolución Industrial, tenía como defecto que era esencialmente elitista y accesible sólo para una clase privilegiada de príncipes y aristócratas.

Hoy el “estado del arte” (el nivel de desarrollo tecnológico), nos permite volverlo masivo.

Quizás en esa explosión de masividad radique el potencial de este sector.

Servicios deseados por una mayoría que ahora se le puede ofrecer, de manera más eficiente y económica.

Es el ABC del éxito empresarial. Servir mejor, con mejores productos a mejores precios.

Enorme oportunidad para inversores, sin duda. Pero igualmente grande para emprendedores.

 

Fuente: Econamics