Azerbaiyán, conocido por su vasta riqueza en hidrocarburos, se enfrenta al desafío de equilibrar su economía tradicional con una transición energética que lo coloque en el mapa global de las energías renovables. Durante años, el país ha sido un actor clave en la producción de petróleo y gas natural, pero los tiempos han cambiado, y Azerbaiyán está adoptando una postura más decidida hacia la diversificación de su matriz energética. Este cambio responde tanto a las presiones internacionales por la reducción de emisiones como a la necesidad interna de construir una economía más resiliente y menos dependiente de los ingresos del sector de los hidrocarburos.
El Corredor Meridional de Gas, una de las principales rutas de transporte de gas hacia Europa, sigue siendo esencial para Azerbaiyán, pero el país ha empezado a diseñar su futuro energético con una visión más sostenible. La Estrategia Energética 2030 es el núcleo de este plan. Dentro de esta estrategia, Azerbaiyán busca que al menos un 30% de su energía provenga de fuentes renovables para finales de la próxima década. El parque eólico Khizi-Absheron, capaz de generar 240 MW de energía, es uno de los proyectos más importantes que ejemplifica este compromiso. En colaboración con empresas como Masdar, Azerbaiyán está aprovechando su geografía privilegiada en la región del Mar Caspio, una zona con condiciones óptimas tanto para la energía solar como la eólica.
Paralelamente, Azerbaiyán también está explorando la producción de hidrógeno verde, visto globalmente como uno de los combustibles del futuro. Aunque el país aún enfrenta desafíos significativos, como la modernización de su infraestructura energética y la necesidad de reformas regulatorias que promuevan una mayor inversión extranjera en el sector renovable, sus proyectos actuales apuntan a un camino claro hacia la sostenibilidad. Esto incluye alianzas internacionales cruciales que han sido clave para avanzar en estos proyectos, como la reciente colaboración con Masdar y otros socios globales interesados en el potencial energético de Azerbaiyán.
Al comparar este proceso con otros grandes actores energéticos de la región, como Arabia Saudita y Qatar, se pueden ver algunas similitudes, pero también notables diferencias. Arabia Saudita, bajo su ambiciosa Visión 2030, ha lanzado proyectos innovadores y a gran escala para reducir la dependencia del petróleo. Entre ellos, el proyecto NEOM, una ciudad futurista completamente alimentada por energías renovables, y la planta solar Sakaka. El enfoque saudí hacia la transición es agresivo y busca posicionar al país como líder en la producción de hidrógeno verde, aprovechando tanto su vasta extensión territorial como su infraestructura.
Por otro lado, Qatar ha adoptado un enfoque más gradual en su transición energética. Aunque es uno de los mayores productores de gas natural licuado (GNL), lo que sigue siendo una parte fundamental de su estrategia de transición, Qatar también ha comenzado a invertir en energía solar, con proyectos como Al Kharsaah Solar, uno de los más grandes de la región. Qatar no ha apostado tan decididamente por una diversificación rápida, sino que sigue maximizando sus recursos de gas mientras transita hacia energías limpias de forma progresiva.
A pesar de los diferentes enfoques, los tres países comparten desafíos comunes: la necesidad de diversificar sus economías, desarrollar infraestructuras renovables adecuadas y gestionar la transición sin comprometer los ingresos actuales de sus sectores de hidrocarburos. La innovación en tecnologías limpias, como las redes inteligentes y la captura y almacenamiento de carbono (CCS), también está siendo explorada como una forma de acelerar este proceso de transición de manera eficiente y sostenible.
En este contexto, la transición energética de Azerbaiyán destaca por su enfoque equilibrado. Si bien aún está en una fase más temprana que la de sus vecinos del Golfo, el país está logrando avances significativos en el desarrollo de proyectos de energía solar y eólica, como se refleja en sus colaboraciones con empresas internacionales y sus políticas de diversificación. El desafío principal para Azerbaiyán radica en seguir desarrollando su infraestructura renovable, mejorar su entorno regulatorio y asegurar que la transición energética no sólo responda a las demandas externas, sino también a las necesidades internas de su población y economía.
En el ámbito internacional, las declaraciones de los líderes energéticos de estos países reflejan su compromiso con esta transformación. En la reciente COP29, el ministro de Energía de Azerbaiyán, Parviz Shahbazov, subrayó la importancia de diversificar las fuentes de energía del país, afirmando que «nuestro objetivo es aumentar significativamente la capacidad de energía renovable mientras reducimos nuestra dependencia del petróleo y el gas». El príncipe Abdulaziz bin Salman, ministro de Energía de Arabia Saudita, señaló que «Arabia Saudita está comprometida con alcanzar el 50% de su energía de fuentes renovables para 2030, y el hidrógeno verde jugará un papel central en este plan». Por su parte, el ministro de Energía de Qatar, Saad Sherida Al-Kaabi, destacó que «el gas natural seguirá siendo fundamental en nuestra transición, pero estamos comprometidos con desarrollar proyectos solares clave para garantizar un futuro más sostenible».
En conclusión, aunque Azerbaiyán aún está en las primeras etapas de su transición energética en comparación con Arabia Saudita y Qatar, está avanzando en la dirección correcta. A través de proyectos estratégicos y alianzas internacionales, el país está consolidando un modelo de transición que combina su experiencia en hidrocarburos con una visión de crecimiento renovable. Mientras tanto, sus contrapartes del Golfo continúan con sus propias estrategias ambiciosas pero diferenciadas, en un esfuerzo conjunto por asegurar un futuro energético más limpio y sostenible.
* Anderson Riverol es Analista internacional, Co-autor de 4 libros, Investigador en temas de innovación, Egresado de la Universidad Simón Bolívar en Comercio Exterior, Diplomado en Petróleo, Diplomado en Asuntos públicos del IESA, Diplomado en Gobernabilidad UCAB.
Fuente: Somos Innovación