Las políticas estadounidenses y los asuntos internacionales van a experimentar un cambio significativo. Donald J. Trump asumió su segundo mandato y algunas de sus promesas son llamativas. Poco después de ser elegido, Trump impuso aranceles del 25 por ciento a los productos procedentes de México y Canadá y del 10 por ciento a los procedentes de China, una cifra que se elevó recientemente al 35 por ciento. La Unión Europea ha sido mencionada como otro objetivo potencial en los últimos días.
Los aranceles pretenden proteger a EE.UU., imponiéndose como una especie de sanciones para los países englobados. Los aranceles pretenden servir de amenaza o castigo por el flujo de inmigración procedente de Canadá, el narcotráfico procedente de México y las relaciones comerciales entre la UE y China. Sin embargo, también hay efectos adversos potenciales para los estadounidenses que deben abordarse.
El escenario más probable en relación con estos aranceles es que los países afectados tomen represalias exportando menos para EE.UU. y que los precios suban. Esto puede causar fuertes perturbaciones en las cadenas de suministro de varios sectores, ya que Canadá, México, la UE e incluso China se encuentran entre los socios comerciales más importantes de Estados Unidos. Productos esenciales para la vida cotidiana de muchas personas, como los dispositivos médicos y los vehículos, pueden volverse menos disponibles, de menor calidad y más costosos. Construir un coche o desarrollar un producto sanitario requiere a menudo piezas o maquinaria específicas procedentes del extranjero. Marcas de coches estadounidenses como Ford, Tesla o Chevrolet y empresas sanitarias como Medtronic, Abbott y Johnson&Johnson utilizan materiales procedentes de todos los países a los que se dirigen los aranceles deseados por Trump. Dicho esto, una política de este tipo debería ser revisada antes de ponerse en práctica, ya que puede provocar un cambio a peor al obligar a los proveedores populares a reinventarse por completo a sí mismos y a su producción y llevar a los consumidores a desprenderse de productos que tienen una utilidad diaria para ellos.
Si las repercusiones de los aranceles pueden afectar negativamente a las grandes empresas, pueden ser aún peores para los pequeños empresarios. Los pequeños empresarios tienen aún más probabilidades de sufrir las interrupciones de la cadena de suministro, ya que pueden disponer de menos recursos para adaptarse. Una vez más, si esta política afecta a los pequeños empresarios, debería revisarse. Todos los grandes empresarios e innovadores salieron de algún sitio. Muchos de ellos tuvieron comienzos humildes: gigantes como Apple, Microsoft o Google empezaron en garajes. Una escasez de oferta puede desanimar e incluso impedir que varias mentes creativas sigan adelante con sus proyectos.
Otro aspecto que hay que tener en cuenta es la posibilidad de que los aranceles afecten no sólo a las importaciones, sino también a las exportaciones. Cuando los países venden, también esperan comprar, porque así es como funciona el comercio. La administración Trump debería esperar que los países objetivo reduzcan su interés en importar de Estados Unidos. Eso afectará a la demanda de materiales como maquinaria, aviones y reactores nucleares, lo que sin duda no incentivará la inversión ni la innovación. Los empresarios y desarrolladores quieren ampliar su influencia y su red, no mantenerla solo dentro de las fronteras.
Sin embargo, aún hay esperanza. Las amenazas pueden convertirse en oportunidades si las cosas se hacen con inteligencia. La escasez de suministros significa dificultades, pero las dificultades significan oportunidades para reinventarse. Los aranceles pueden impedir que algunos materiales entren en EE.UU., pero no controlan el acceso a la información y el intercambio de ideas entre las personas. Los empresarios tienen la oportunidad de identificar socios comerciales alternativos que resultan prometedores, buscar ejemplos inspiradores y pensar en nuevas formas de hacer que sus productos o servicios funcionen. Un análisis prudente y exhaustivo puede abrir la puerta a opciones innovadoras que no se han tenido en cuenta.
Los aranceles vienen a plantar cara a los estadounidenses, pero los empresarios e innovadores aún tienen la oportunidad de contraatacar.
* Beatriz Santos es la Directora de Comunicación (CCO) de Somos Innovación. Reside en Lisboa, Portugal. Beatriz comenzó a publicar artículos en el periódico de su universidad y, con el tiempo, pasó a publicar en medios de alcance nacional e internacional, incluidos los conocidos medios portugueses NOVO y Observador. Su carrera profesional incluye experiencia en comunicación internacional con la agencia ATREVIA y el Parlamento Europeo. También ha publicado dos libros y forma parte esencial de la organización Students For Liberty en Portugal. Centrada en el cambio positivo y la cooperación mundial, Beatriz busca activamente alianzas en todo el mundo para promover iniciativas innovadoras.
Fuente: Somos Innovación