A veces algún emprendedor se entusiasma explicando que lo maravilloso de la web es que te permite vender en cualquier lugar del mundo.
El problema es que ese emprendedor, por lo general, está hablando de productos digitales, implícitamente.
Y cuando se lo está explicando a otra persona que no se ve tan entusiasmada suele encontrarse con una objeción: “es que yo no vendo servicios o productos digitales”.
Lo que equivale a decir: “yo no tengo esos beneficios”.
Es verdad.
Las personas que se dedican a vender productos físicos suelen ver que todas las ventajas de Internet (por ejemplo, poder deslocalizar el negocio), se reducen bastante si ellos se dedican o quieren dedicarse a vender productos físicos.
Por supuesto que se puede desarrollar un negocio de ecommerce de productos físicos, pero en ese caso hay que lidiar con existencias, depósitos y, más importante, distribución limitada y regulada por las normas de aduanas de cada uno de los países en los que se actúa.
Muchos átomos y no tantos bytes
Como resultado, el ecommerce verdaderamente global es el realizado por empresas que tienen cierto tamaño y un mínimo de recursos e infraestructura.
Un vendedor de productos digitales (ebooks, cursos, software), en cambio, puede hacerlo sin preocuparse por todas esas limitaciones físicas, aunque sea una empresa diminuta o un solopreneur.
Sin embargo, yo creo que la mayor y mejor promesa de la economía digital es, justamente, que cualquiera pueda operar con las menores barreras posibles (burocráticas o físicas), desde y hacia cualquier lugar del mundo, sin importar su tamaño o sus recursos.
Sobre todo, que pueda operar sin que el lugar de residencia sea un obstáculo.
Que su “nación digital”, a los efectos económicos, sea Internet, el Metaverso o como queramos llamarlo.
Pero lamentablemente, para los bienes físicos, no es tan fácil lograr esto.
Por eso me interesa tanto un modelo de negocio, no tan nuevo, que le permite a un vendedor de “átomos” tener prácticamente las mismas ventajas que uno de “bytes”.
Anatomía de un viejo modelo
El dropshipping es una modalidad de e-commerce en la que el vendedor no tiene necesidad de mantener stocks, realizar envíos o manejar ningún tipo de logística.
Lo que tiene es una tienda online, desde la que vende y un proveedor que se encarga de enviar el producto adquirido directamente al cliente.
El CMS (gestor de contenidos) líder para crear tiendas online es Shopify. Ellos crearon una aplicación llamada Oberlo, que permite vincular a tu tienda con proveedores mayoristas en Aliexpress, el marketplace de Alibaba Group.
De manera que una de las formas más extendidas para iniciarse en esto es trabajar con estas tres empresas/herramientas.
Aunque no la única, por supuesto. BigBuy, por ejemplo, es un líder en el mercado europeo.
El modelo, como decía antes, no es nuevo. De hecho, la pionera fue Zappos, la empresa de venta de calzado que fundó Nick Swinmurn en 1999 y que compró Amazon 10 años después.
Una variante con algún parentesco es el Print on Demand, en el que el producto es fabricado o personalizado antes de su envío al cliente, de acuerdo a las especificaciones del vendedor.
Esto suele hacerse a través de plataformas como Printful, que personalizan productos como camisetas o tazas, por nombrar dos de los más populares, de acuerdo a los diseños que proporciona el vendedor. Pero puede funcionar también para libros impresos y otras cosas.
En cualquier caso, con estos esquemas (especialmente el dropshipping, que es mucho más amplio y flexible), lo que se logra son las ventajas de lo que yo llamo “ciudadanía digital”.
Ciudadanos del Metaverso
La ciudadanía digital significa que una persona puede desarrollar su actividad económica aprovechando los mejores mercados y lugares para hacer negocios, sin tener que cambiar su residencia física.
Se pueden evitar, por ejemplo, las restricciones o limitaciones que nos impone un país poco amigable con las empresas, al operar globalmente a través de Internet, pero sin tener que abandonar físicamente el lugar de residencia.
Como dije cuando expliqué el caso de las e-residencies esto es ideal para muchísimas personas que obviamente quieren lo bueno de operar en países más favorables a las actividades empresariales, pero también quieren lo bueno de vivir cerca de familiares y amigos de toda la vida.
Quieren las dos cosas. Y está bien.
En la práctica, esto significa que alguien puede vivir en México o Brasil y vender en Canadá productos que son fabricados en Asia. O cualquier otra combinación que se nos pueda ocurrir.
Experimentos baratos
El dropshipping básicamente reduce el área de acción del dueño de la tienda online al marketing y las ventas.
No es poco trabajo ni es simple, pero aumenta las posibilidades de éxito al simplificar y permitir enfocarse y especializarse en un área.
Aunque requiere esfuerzo y no está exento de riesgos, permite algo que es valiosísimo y que también es un beneficio esencial de la economía digital: experimentar a bajo costo.
Probablemente esa sea la mayor ventaja.
La mejor investigación de mercado es probar si un producto se vende o no.
Esa es la gran ventaja que tienen todas las startups digitales y que les permite arriesgar para ser tan innovadoras: el costo de equivocarse no es tan alto.
Pueden probar qué funciona y qué no, ahorrando muchos de los costos en que incurren las empresas tradicionales.
Si bien obviamente tienen que invertir dinero en desarrollo (con el low code y otras herramientas, cada vez menos, pero eso es para otro artículo), no es necesario fabricar ni gastar en crear y mantener un stock de productos.
Tampoco en envíos.
Es esa misma ventaja la que puede disfrutar un vendedor de productos no digitales cuando experimenta con un producto utilizando un sistema de dropshipping.
Luego de probar que cierto producto tiene una demanda suficiente en el mercado se puede pasar a otro modelo, donde quizás tenga sentido mantener un stock a cambio de mejorar el margen y de controlar mejor la cadena de abastecimiento.
En otras palabras, se puede probar el producto en el mercado con muy poco dinero y riesgo, darnos a conocer, desarrollar una mínima base de clientes, crear una marca y entonces sí, cambiar por un esquema con mejor rentabilidad y más control.
¿Se puede ganar dinero?
Este modelo es muy fácil de criticar para algunos (así como de enamorarse, para otros), pero la realidad es que es útil si se lo sabe utilizar bien.
¿Se puede ganar dinero con el dropshipping? La respuesta a esto es la misma que la respuesta a ¿se puede ganar dinero vendiendo el producto x?
Eso dependerá del costo del producto y del precio al que logres venderlo, además de tu capacidad para conseguir clientes.
Lo que se logra con esto es bajar tus costos de funcionamiento y tu necesidad de capital y darte por lo tanto flexibilidad operativa, además de ampliar increíblemente el mercado geográfico al que puedes llegar.
Multiplica las posibilidades.
Por otro lado, a veces obtener un producto en dropshipping incrementa el costo unitario (en comparación con otras alternativas) y por lo tanto reduce el margen.
En ese caso hay un trade off (más de algo a cambio de menos de otra cosa).
¿Conviene entonces? Siempre hay que hacer los números para contestar esa pregunta, pero lo que es cierto es que, como dije antes, comenzar un negocio con dropshipping no significa atarse al modelo de por vida.
Se trata sólo de bajar el umbral de acceso a un negocio.
A un negocio verdaderamente global y a la ciudadanía digital.
No es poco.
Fuente: Econamics