Las Copas del Mundo, los Juegos Olímpicos y los campeonatos continentales de fútbol son algunos de los eventos más increíbles del planeta. Estos acontecimientos, que reúnen a miles de personas por su pasión por el deporte, pueden convertirse en fuentes importantes de ingresos para los países que los acogen. Sin embargo, si las inversiones no se gestionan de manera inteligente, también pueden convertirse en una carga.
Un gran evento deportivo implica disponer de infraestructuras sólidas y adecuadas para garantizar el buen rendimiento de los atletas y la comodidad de los aficionados. Cada vez que un país se compromete a acoger un evento de este tipo, es casi seguro que tendrá que renovar sus instalaciones deportivas o incluso construir otras nuevas. Solo a lo largo del siglo XXI, decenas de recintos deportivos de todo el mundo fueron renovados o construidos desde cero para servir a una competencia específica. Muchos de ellos fueron testigos de algunos de los momentos más vibrantes del deporte, como finales de la Copa del Mundo decididas por un solo gol, acaloradas eliminatorias de la Eurocopa o multitudinarios torneos olímpicos de atletismo. Por desgracia, algunos recintos se estancaron en un camino hacia el vacío y el abandono una vez concluidas estas competiciones.
Este fenómeno se observó especialmente con ciertos eventos deportivos sin atención significativa o poco frecuentes. En 2004, los Juegos Olímpicos volvieron a su cuna, Atenas, la capital de Grecia, reuniendo a más de 201 países con Comité Olímpico Nacional, más de 10.000 atletas y cerca de 4 millones de asistentes.
Hoy, veinte años después, la situación de algunos recintos que acogieron a un número tan impresionante de espectadores es distópica. Infraestructuras como la piscina y el estadio de saltos de trampolín, el eslalon de piragüismo y el estadio de béisbol están completamente abandonadas, asemejándose a un escenario postapocalíptico, con maleza creciendo alrededor y paredes grafiteadas por todas partes. A pesar de haber caído en el olvido y la inutilización, estas infraestructuras siguen siendo una carga para los contribuyentes griegos.
Otro evento organizado en 2004 que se convirtió en un problema para los contribuyentes nacionales fue la Eurocopa 2004 de la UEFA, celebrada en Portugal. Diez estadios fueron construidos o renovados específicamente para el evento, seis de ellos por ayuntamientos. Hoy en día, todos estos ayuntamientos siguen endeudados. A diferencia de las sedes olímpicas de Atenas, los estadios de la Eurocopa 2004 no quedaron abandonados. Sin embargo, su uso actual no es regular, o su capacidad es demasiado grande para el fútbol local. El Estadio Municipal de Aveiro, por ejemplo, tiene capacidad para 32,830 personas, pero su equipo residente es el Beira-Mar, que no juega en la liga principal portuguesa desde 2013 y actualmente milita en la cuarta división. En una situación similar se encuentra el Estadio del Algarve, que solo sirve como sede de la selección nacional del pequeño territorio de Gibraltar. Por esta razón, estos estadios suelen ser tachados de «elefantes blancos», ya que se perciben principalmente como cargas inútiles que ocasionan gastos innecesarios.
Otra competición futbolística del siglo XXI que tuvo problemas con las sedes fue la Copa Mundial de la FIFA 2010 en Sudáfrica. Estadios como el Royal Bafokeng (en Rustenburgo) y el Peter Mokaba (en Polokwane) necesitaron más recursos debido a su ubicación remota. Fuera del fútbol, los Juegos Olímpicos de Verano de Pekín 2008 destacan en cuanto a recintos sin utilizar, ya que su antiguo estadio de playa, el campo de piragüismo y el de béisbol están completamente abandonados.
En resumen, el principal problema en relación con los recintos deportivos no utilizados o abandonados radica en que la demanda deportiva local no responde al propósito inicial para el que fueron construidos.
Sin embargo, este problema puede abordarse perfectamente, y las palabras clave para ello son planificación, adaptación e innovación.
Cualquier recinto deportivo puede ser multifuncional si se gestionan bien. En todo el mundo, la popularidad y la asistencia a determinados deportes o equipos locales varía de un lugar a otro, y tener esto en cuenta es sumamente importante para cualquier país que pretenda albergar un gran evento deportivo. El Estadio Olímpico de Londres, construido para los Juegos Olímpicos de Verano de 2012, es un ejemplo de buena planificación, ya que se diseñó teniendo en cuenta su uso posterior al evento y considerando futuras concesiones. Además de ser sede del West Ham United, se utiliza para atletismo, grandes espectáculos y eventos corporativos.
El Stade de France (construido para la Copa del Mundo de 1998) y el Parque Olímpico de Sídney (construido para los Juegos Olímpicos de Verano de 2000) prosperan igualmente gracias a este enfoque. En África, a pesar de que todavía quedan algunas sedes en apuros tras la Copa Mundial de 2010, Sudáfrica también muestra algunos ejemplos notables. Estadios como el Soccer City y el Ellis Park de Johannesburgo o el Loftus Versfeld de Pretoria tienen éxito porque se utilizan simultáneamente para partidos de rugby y fútbol, lo que atrae a un público más numeroso y diverso.
Además, es posible convertir los recintos deportivos en hitos icónicos de la arquitectura y la innovación mediante la apertura a ideas fuera de lo común. En el tecnológicamente avanzado Japón, la Daiwa House Premist Dome es un ejemplo. Este estadio, situado en Sapporo y sede de la Copa Mundial de 2002, se utiliza tanto para fútbol como para béisbol, pero lo hace de una manera sorprendente. La infraestructura posee una superficie retráctil, siendo el campo de fútbol un campo de hierba que se desliza dentro y fuera del estadio, sobre el campo de béisbol. Yendo más allá del deporte, otra cosa que se puede hacer es estudiar el potencial recreativo de un recinto. Una vez más, Sudáfrica ha hecho algo interesante al respecto.
El estadio Moses Mabhida de Durban ha atraído la atención visual desde su inauguración, poco antes de la Copa del Mundo de 2010, debido a su arco de 105 metros de altura. Este arco se convirtió en una vía férrea para un sky car, permitiendo a los visitantes disfrutar de una hermosa vista del océano a 350 metros sobre el suelo, convirtiendo el estadio en un atractivo turístico. La diversión no termina ahí: el estadio también cuenta con el columpio de puenting más alto del mundo, y hay planes para mejorar el lugar con un paseo aéreo de cristal y una tirolina.
En Europa, destaca el Allianz Arena. Además de ser uno de los estadios más concurridos del mundo, ya que alberga al laureado Bayern de Múnich, también es un monumento icónico de la ciudad. Con iluminación exterior de LED, es un elemento decorativo clave del paisaje nocturno muniqués, que cambia a menudo de colores y motivos.
No todos los recintos deportivos del mundo están automáticamente condenados a convertirse en un «elefante blanco» tras servir para una competición concreta. La piscina de saltos de los Juegos Olímpicos de Atenas podría haberse convertido en un lugar de ocio al que acudir durante el caluroso verano griego. El campo de piragüismo de Pekín podría haberse renovado y utilizado para agradables paseos en barco. Dada su ubicación altamente turística, el Estadio del Algarve debería aprender un par de cosas del Moses Mabhida. Cualquier recinto puede adaptarse y cobrar una nueva vida siempre que se tenga en cuenta la innovación y el espíritu empresarial.
* Beatriz Santos es la Directora de Comunicación (CCO) de Somos Innovación. Reside en Lisboa, Portugal. Beatriz comenzó a publicar artículos en el periódico de su universidad y, con el tiempo, pasó a publicar en medios de alcance nacional e internacional, incluidos los conocidos medios portugueses NOVO y Observador. Su carrera profesional incluye experiencia en comunicación internacional con la agencia ATREVIA y el Parlamento Europeo. También ha publicado dos libros y forma parte esencial de la organización Students For Liberty en Portugal. Centrada en el cambio positivo y la cooperación mundial, Beatriz busca activamente alianzas en todo el mundo para promover iniciativas innovadoras.
Fuente: Somos Innovación